Ahora comprendo que todo lo que salía de tus labios eran mentiras. La certeza de que lo he perdido todo cuando en realidad no tenía nada se hace más grande en mi corazón. Todavía tu voz martiriza mis oídos, tu boca besa la mía en mi cabeza, tus manos rozan mi piel en mi imaginación, tus dedos secan las lágrimas de mis ojos en mis recuerdos. Extraño algo que nunca ha sido mío.
Mientras decías lo mucho que me querías y lo radiante que era mi sonrisa también se lo decías a ella. Sabía que había otra, otras, muchas, pero no quise verlo. No quise ni pude aceptarlo. Me has hecho daño, mis heridas cada día sangran más y quiero olvidarte y a la vez no quiero parar de mirarte. Me has enseñado la lección de que no se puede confiar en gente como tú.
La huella del pasado no me deja avanzar hacía el futuro.
Debería odiarte, guardarte rencor y pensar en mí mundo pero solo pienso en ti, quizás porque mi mundo eras tú y ahora ya no estás. No hay mundo en el que pensar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario