Te miro, se que estás ahí delante. Estás tan cerca que tu colonia me golpea la nariz y puedo sentirla en mi piel. Ese olor a vainilla que te precede. Me miras, sonríes para ti puede que sea un gesto insignificante, para mí es lo más bonito que me pasa en el día.
Cuando tu sonríes, me hablas o simplemente me miras haciendo tonterías significa llevarse bien con una compañera de clase. Sin embargo, lo que yo veo son mil recuerdos del tiempo en que éramos felices.
Recuerdo tu brazos a mi alrededor, en las oscuridad y tu mirada clavada en mí mientras me decías que era preciosa.
Recuerdo el sonido de tu risa cuando me ganabas a la play, me besabas y decías que lo nuestro era un sueño.
Recuerdo esas tardes en la Gran Vía huyendo de la gente, del tiempo, del mundo, de esos cuerdos que no sabían soñar.
En fin...en mi cabeza hay tantos recuerdos, también malos. Incluso quizás me hayas dejado más oscuridad que luz en mi interior. Pero lo que más dolor me causa es el recuerdo de los momentos felices, de saber que ha pasado, que nunca lo olvidaré y nunca volverá a pasar. Y por mucho que lo intente nunca volveré a probar el sabor de tu boca, a sentir tus abrazos, a vivir creyendo que soñar era posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario